Por Manuel Ponce de León
Con un traje impecable azul turquesa muy temprano llegó el presidente de México Andrés Manuel López Obrador a su mañanera en Puebla, ya le esperaba el gobernador Miguel Barbosa, su secretario de gobernación Adán Augusto López, (nueva ficha para el gobierno de México) el secretario de la Sedena, Seguridad pública y otros funcionarios más.
El presidente hablo de su viaje a Guatemala y Centroamérica, de la relación con el gobernador de Texas y hasta una canción de los Tigres del norte puso en la pantalla enviando un mensaje de nueva cuenta a Greg Abbott.
De buen humor salió de su conferencia rumbo a la calzada de los fuertes para tomar protesta a los jóvenes remisos del servicio militar nacional, acompañado de su gabinete ampliado y uno que otro colado que quiso aparecer en la foto (cualquier semejanza o alusión con un diputado federal fracasado es mera coincidencia) y escuchó atento las palabras del gobernador Miguel Barbosa, que confundió solo por un momento, al ejército francés con el español, un detalle casi desapercibido que pocos comunicadores notamos pero que no importo, era el día del presidente, de esos que no ha tenido últimamente, salvo cuando inauguró el AIFA, su sonrisa y plenitud lo decía todo cuando lo tomaba la cámara, el viento mecía su cabellera mientras escuchaba conmovido al gobernador Barbosa que le refrendaba su lealtad, compromiso y amistad a su gobierno y proyecto de nación, en donde como primer lugar está el pueblo.
En su turno, se puso de pie y tomó el lábaro patrio, entregado por un cadete del ejército mexicano, lleno de gallardía y ánimo, tomó protesta a los jóvenes remisos que entusiastas gritaron al unísono… ¡Sí protesto!
En su discurso el presidente recordó con detalle los eventos del 5 de mayo de 1862, hablo de Ignacio Zaragoza, de Juárez, de los héroes desconocidos, de los caídos, de los no recordados y de lo que significa para México haber ganado esa batalla ante un ejército que se sentía superior al mexicano en todos los ámbitos.
Posteriormente camino hacia el templete junto al gobernador para presenciar el desfile cívico militar con una gran sonrisa, reflexivo y atento saludando a todos los presentes, tomó su lugar y presenció de pie, al igual que el gobernador el paso de los contingentes sin dejar de aplaudir, sonreír y saludar.
Junto a él, su mano derecha, Adán Augusto y atrás y a los lados, todos los demás, secretarios, magistrados, militares, marinos, senadores, diputados, funcionarios, entre los que se encontraban Olga Sanchez Cordero, Arturo Zaldívar, Alejandro Armenta, Gerardo Fernández, entre otros.
El gobernador Barbosa logró que la estancia del ejecutivo de la nación, saliera mejor de lo planeado, no hubo protestas, gritos, pancartas ni contratiempo alguno, fue un día para el presidente y para olvidarse de la violencia, de la crisis económica, de todos los asuntos políticos, de los escándalos, de las traiciones.
Mañana será otro día, López Obrador estará en Guatemala y Miguel Barbosa platicando con la prensa sobre el regreso del desfile del 5 de mayo a Puebla después de dos años de pandemia y de la Feria de Puebla.
Todo lo demás deberá esperar hasta el lunes que nuevamente salga el sol y nosotros también, porque así es esto.