Por Marco de Núñez
El ex diputado Edgar Salomón Escorza ha vuelto a estar en el centro de la polémica tras ser detenido por las autoridades municipales durante el fin de semana, mientras escandalizaba en la vía pública bajo los efectos del alcohol. Este individuo se ha presentado como asesor del gobernador electo, un acto no solo irresponsable, sino también un delito, ya que incurre en usurpación de funciones.
Escorza, quien formó parte del Partido Acción Nacional, ha intentado posicionarse como una figura influyente en el nuevo gobierno, lo que despierta serias interrogantes sobre sus verdaderas intenciones. Su conducta errática y su falta de escrúpulos son un reflejo de una estrategia más amplia: desacreditar el proyecto limpio y transparente del gobernador Alejandro Armenta. En las últimas semanas, hemos visto un aumento en la desinformación y ataques hacia la nueva administración, lo que sugiere que hay actores interesados en obstaculizar su inicio.
La aparición de personajes como Escorza no es casual. Su intento de manipulación y su conducta imprudente son claros indicios de que hay quienes quieren ensuciar el camino hacia un gobierno honesto y responsable. Es fundamental que la ciudadanía y las autoridades mantengan la vigilancia ante estas maniobras que buscan desestabilizar el progreso prometido.
La administración de Armenta se presenta como una oportunidad para un cambio significativo. No podemos permitir que impostores como Escorza desvirtúen esta etapa crucial. La usurpación de funciones es un delito que debe ser sancionado, y es momento de desenmascarar a quienes, por intereses personales, intentan minar la confianza en un proyecto que aspira a ser un referente de transparencia y ética en la política.