El presidente de México amaneció contento, sabedor de que los miles de millones gastados en
programas sociales (dispendio para algunos) daría resultado. Pero antes de acostarse debió de
tomarse un té de tila y posiblemente unos calmantes para conciliar el sueño tras conocer los
resultados electorales de la jornada electoral.
En parte estaba de buenas porque ganó la mayoría de los distritos, pero… no logra la mayoría
calificada, escasamente por arriba de la alianza opositora y un partido que se convierte en el fiel
de la balanza, antes aliado hoy adversario. Perdió ganando.
Perdió la mayoría calificada al obtener Morena y sus aliados menos de la mitad de la votación
recibida en las casilla, lo que demuestra que su partido es la primera fuerza nacional y sigue siendo
una marca fuerte a vencer en la próxima contienda electoral (2024). Sus principales operadores
son fieles seguidores de sus órdenes, no obstante la proliferación de tribus que ya se organizan
hacia su interior y pujan por espacios políticos, con acuerdos o amenazas es un movimiento que
aporta votos o al menos es usufructuario del carisma presidencial.
Pierde el presidente porque en dos años y pico de su mandato, logró la polarización de los
mexicanos, entre chairos y fifís, los que están con él y los que están en contra o piensan diferente
y por lo tanto son los enemigos de la nación (según él). La polarización y la constante
confrontación, provocaron que ese bando (por decirlo así) se uniera con un fin común… derrotar al
partido del presidente… ponerle un alto a la 4T. El resultado electoral es evidente, entre la alianza
opositora y el partido que se la jugó en solitario, hay mayoría, pequeña pero es un contrapeso
legislativo que lo obligará a realizar acuerdos, aquellos a los que no estaba acostumbrado.
Su constante confrontación provocó la movilización de electores que consideraron oportuno votar
en contra, como castigo a sus malas decisiones, como cansancio a sus dichos, como resultado de
miles de muertos que no recibieron atención oportuna y adecuada, por la falta de medicamentos,
por la destrucción de instituciones, por la terquedad de proyectos con asignaciones directas sin
licitación o por el discurso anticorrupción pero que en la realidad sigue imperando. Finalmente esa
movilización ciudadana superó las expectativas y rebasó el cincuenta por ciento del padrón de
ciudadanos con posibilidades de votar.
El mensaje de los votantes fue claro y contundente, acotar el poder y evitar los abusos. La
necesidad de un gobierno congruente y capaz de resolver los grandes problemas nacionales en
lugar de esquivar la responsabilidad o responsabilizar a los fantasmas del pasado.
De esta forma, ya no es necesario hacer un referéndum, la ciudadanía sumada en más de 48
millones expresaron su opinión, con una mayoría simple que confirma su rechazo.
Morena y sus aliados perdieron al menos 40 curules, cuando la 4T es gobierno, pensando que sus
opositores eran sencillos de vencer, la realidad les demostró que la marea guinda no acabó con los
pececitos.
¿O no cree usted?