Macron uso al partido comunista para frenar a Marine Le Pen

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Este domingo 7 de julio, los franceses volvieron a las urnas para votar en una segunda vuelta a los miembros de la Asamblea Nacional. Tras solo haber elegido 76 escaños en la primera vuelta de aquellos que obtuvieron más de 50% en su distrito el pasado 30 de junio, aún quedaban por cubrir 501 escaños en la segunda vuelta.

En la primera vuelta, el partido de derecha liderado por Marine Le Pen, Encuentro Nacional, había ganado a lo largo de todo el país, obteniendo una victoria arrolladora. Sin embargo, no fue suficiente para ganar en primera vuelta en la mayoría de los distritos, por lo que tuvo que ir a una segunda vuelta.

En segunda vuelta se enfrentaría en los distritos contra dos partidos principalmente: el de Macron, llamado Juntos, y una alianza de partidos de extrema izquierda, conocido como Nuevo Frente Popular.

Todas las encuestas indicaban que Le Pen ganaría la mayoría de las carreras contra estos dos partidos por separado, pero Macron, en un acto de desesperación total, anunció una alianza con los comunistas y quitó a sus candidatos de todos los distritos donde los comunistas tenían posibilidades de ganarle a Le Pen.

De esta manera, según los boca de urna y los primeros resultados, el Nuevo Frente Popular obtuvo una aplastante victoria, ganando en todos los distritos donde Macron retiró a sus candidatos. La encuestadora IFOP estima que los comunistas son la primera fuerza con entre 180 y 215 diputados.

Como segunda fuerza quedaría la coalición del partido Juntos y otros satélites aliados de Macron, con entre 150 y 180 diputados. Recién tercera habría quedado la fuerza de Le Pen, con entre 120 y 150 diputados. Por último, la centroderecha de Los Republicanos obtuvo entre 60 y 65 escaños, con candidatos independientes obteniendo aproximadamente 10 bancas.

Hasta el momento, Macron había gobernado en alianza legislativa con un sector del Partido Socialista y Los Republicanos. Se necesitan 289 escaños para obtener mayoría, por lo que, con estos resultados, el único camino de gobernabilidad que le queda a Macron es unirse con el Nuevo Frente Popular.

Macron pensaba que, empoderando al Nuevo Frente Popular, lastimaría a Le Pen pero sin darle tanto poder a la extrema izquierda, pero el tiro le salió por la culata y ahora debería incluirlos en el Gobierno si quiere seguir al frente del Palacio del Elíseo.

El propio líder del frente comunista, Jean-Luc Mélenchon, dio un discurso apenas cerraron los comicios, y advirtió que si Macron no los mete en el Gobierno, no le darán “gobernabilidad gratis” y que podría el país entrar en una crisis institucional sin precedentes.

En Francia existe el cargo de Primer Ministro, una suerte de Jefe de Gabinete y Ministro del Interior simultáneamente, que se encarga de las relaciones con el Poder Legislativo, y que históricamente ha sido entregado al líder de la fuerza en el Congreso que otorga gobernabilidad.

Este “Gobierno compartido” tiene un nombre oficial en la política francesa y se llama “cohabitación”, donde el Presidente le otorga el cargo de Primer Ministro al líder del partido que permite sumar mayoría en el Congreso, en este caso, sería al comunista Mélenchon. Este tipo de gobierno obligaría a Macron a correrse fuertemente a la izquierda, y trabajar en una agenda común con sus nuevos aliados comunistas.

A pesar de que en la campaña Macron le entregó la mayoría del Congreso a los comunistas con tal de evitar una victoria de Le Pen, fuentes cercanas al mandatario aseguraron que no tiene intenciones de que Mélenchon ingrese al Gobierno.

Para lograr esto, punteros de Macron han estado hablando con el expresidente François Hollande, ex líder del Partido Socialista, quien hoy es parte del Nuevo Frente Popular y que este domingo logró salir electo como diputado por el distrito de Corrèze.

Hollande fue mentor político de Macron, y una buena parte de los diputados del Nuevo Frente Popular, los más de centroizquierda, responden a él. De esta manera, dependiendo si dan los números al final del recuento, podría ser Hollande quien asuma como Primer Ministro, uniendo en una alianza legislativa al centroizquierdista Partido Socialista, al centroderechista Los Republicanos, y al centrista partido de Macron.

Este camino implicaría la ruptura del Nuevo Frente Popular, que aglutina al comunista Francia Insumisa, partido de extrema izquierda progresista que lidera Mélenchon, al tradicional Partido Comunista, al Partido Socialista, y al Partido Verde.

Son dos caminos que llevarían a Francia a dos lugares muy distintos, uno implicaría un giro a la extrema izquierda y un Congreso dominado por una fuerza comunista como nunca se había visto en la historia del país; mientras que el otro implicaría volver a los orígenes socialdemócratas del movimiento de Macron, con un gobierno más centrista pero con una fuerte impronta del clásico Partido Socialista francés.

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