Por Chester Hernández
La prepotencia y el abuso del poder volvieron a quedar expuestos en Puebla. Esta vez, el protagonista fue Baltasar Narciso, presidente municipal de San Juan Xiutetelco, quien fue asegurado por elementos de seguridad junto con el regidor Benigno Hilario Cortez. Ambos fueron detectados circulando de manera irregular por calles del municipio de Teziutlán, lo que motivó la intervención inmediata de los cuerpos policiacos.
El incidente no solo refleja una falta de responsabilidad individual, sino una preocupante tendencia entre ciertos funcionarios públicos de actuar como si estuvieran por encima de la ley. Narciso, como alcalde, está obligado a ser el primer ejemplo de legalidad y civilidad, no un foco de escándalos que deshonran al cargo y a sus representados.
Lo ocurrido no es un hecho aislado. Recordemos el episodio reciente de la presidenta municipal de San Andrés Cholula, Lupita Cuautle, quien también fue señalada por protagonizar un bochornoso espectáculo en un palenque. La diferencia entre lo público y lo privado parece haberse borrado para algunos servidores que olvidan que su investidura no se guarda al terminar la jornada laboral. Ser funcionario implica actuar con responsabilidad las 24 horas del día, los 365 días del año.
El aseguramiento del alcalde Narciso debería encender las alarmas tanto en el Congreso local como en la Auditoría Superior del Estado. No podemos permitir que este tipo de conductas queden impunes. La ciudadanía exige gobernantes sobrios, comprometidos y con integridad, no figuras que usan el poder como escudo para el desorden y el abuso.