Por Chester Hernández.
En San Andrés Cholula, la política ha dejado de ser un ejercicio de servicio público para convertirse en un espectáculo lamentable. Las imágenes que circulan en redes sociales son claras y vergonzosas: la presidenta municipal, Guadalupe Cuautle —mejor conocida como Lupita Cuautle—, protagoniza un bochornoso episodio en un evento público, acompañada de Mayra Ramírez, esposa del exalcalde de Cuautlancingo, Filomeno Sarmiento. En el video se observa cómo ambas son retiradas del lugar por el ex presidente municipal de San Andrés, Edmundo Tlatlehui, en medio de un ambiente tenso y sumamente incómodo para los presentes.
Más allá de lo anecdótico, el hecho evidencia una preocupante falta de profesionalismo y sentido de responsabilidad por parte de quienes deben ser ejemplo de conducta. Los funcionarios públicos tienen, sin excepción, la obligación de cuidar su imagen tanto dentro como fuera de su labor. La vida privada no puede ser excusa cuando los excesos y actitudes inapropiadas se dan en espacios públicos o eventos oficiales.
San Andrés Cholula merece algo mejor que representantes que usan su posición como plataforma para alimentar vanidades personales o disputas de poder. Mientras la ciudadanía enfrenta problemas reales como la inseguridad, la falta de servicios y el rezago en infraestructura, sus líderes se ven envueltos en escándalos que dañan la credibilidad institucional.
La política no es una pasarela ni un club social. Es urgente que la presidenta municipal y todos los implicados en este incidente asuman con seriedad las consecuencias de sus actos. No es la primera vez que se ve una falta de decoro en la administración local, pero sí debe ser la última que se normalice este tipo de comportamientos. La ciudadanía está observando, y la rendición de cuentas no puede seguir siendo letra muerta.