Llega la semana 14 de la NFL

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Cuando Detroit y Dallas se cruzan en diciembre, suelen aparecer dos aspectos que definen este tipo de duelos: la capacidad de un equipo para imponer su ritmo ofensivo y la habilidad del otro para responder desde la adaptación defensiva. En este caso, Detroit llega con una ofensiva estable y un plan más claro, mientras que Dallas arriba cargando con inconsistencias defensivas que han marcado sus últimos meses, aunque en clara mejoría desde la llegada de Quinnen Williams. En sus dos últimos partidos han dejado una verdadera muestra de lo que este equipo es capaz de hacer y, aunque pueden estar un poco lejos, todavía tienen opciones de llevarse la división y de acceder a playoffs.

Detroit ha construido su identidad sobre una ofensiva aérea eficiente, que trabaja con rutas de mediana profundidad, con alto porcentaje de separación y con un uso inteligente del play-action. El equipo ha mostrado una tendencia a abrir los partidos con secuencias rápidas, buscando que su quarterback opere en ventanas cortas de toma de decisiones, lo que reduce la exposición a presiones tardías y maximiza el aprovechamiento del primer y segundo down. Esta estructura permite sostener un EPA/play por encima del promedio de la liga, un rasgo que se ha convertido en sello de la ofensiva.

El problema para Detroit aparece cuando la protección no logra sostener el plan. En situaciones de tercer down medio o largo, la línea ofensiva ha mostrado grietas, especialmente frente a esquemas agresivos con overload y cambios post-snap. Parecía que la vuelta de Frank Ragnow podía paliar ese déficit en la línea ofensiva, pero todo se ha venido abajo al no pasar el test físico necesario para retornar a los terrenos de juego. Si Dallas decidiera arriesgar con mayor frecuencia en los primeros compases, podría obligar a Detroit a jugar desde el fondo del playbook, un escenario en el que su eficiencia cae de manera visible.

Dallas, por su parte, enfrenta un dilema táctico que ha marcado toda su campaña: su defensa ha permitido demasiadas jugadas explosivas. El exceso de espacios en el segundo nivel y la falta de disciplina en coberturas profundas han puesto al equipo en la zona baja en métricas de explosividad defensiva y éxito en terceras oportunidades largas. El resultado es una defensa que, en teoría, puede ser disruptiva en jugadas puntuales, pero que en periodos prolongados se quiebra con facilidad. Este tipo de perfiles suelen sufrir contra equipos que trabajan bien la progresión del ritmo ofensivo, como es el caso de los Lions. Una de las principales bazas será frenar el juego de carrera del conjunto dirigido por Dan Campbell. Con Williams, Clark, Odighisuwa y Thomas, el interior de la línea defensiva es excepcional, ya sea contra la carrera o contra el pase, donde el pass-rush empieza a funcionar mucho mejor que a principios de curso.
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En la secuencia de arriba, vemos una acción donde Sam Williams y Quinnen Williams juegan un stunt para intercambiar el gap asignado en el pass-rush. Quinnen Williams, a pesar de ser un jugador grande y pesado, posee un primer paso excepcional y una aceleración impropia de alguien con esa constitución física. Sam Williams ataca el gap B y juega un bloqueo para que Quinnen salga por el exterior. Los dos consiguen sacar a Mahomes de su spot de pase y obligan al quarterback a salir del pocket y perder así opciones de lanzamiento.

El único camino viable para Dallas es convertir el partido en uno incómodo, uno que saque a Detroit de su estructura natural. Para lograrlo, los Cowboys necesitan presionar con consistencia y colapsar los gaps interiores, obligando a Detroit a jugar hacia el exterior o a lanzar antes de tiempo. El pass-rush win rate ha sido irregular, pero cuando ha aparecido, ha sido capaz de modificar la ofensiva rival. Si Dallas no logra presionar, el partido puede convertirse en un desfile ofensivo de Detroit, que encuentra su mejor versión cuando puede atacar sin presión sostenida, siendo un escenario mucho más favorable para Jared Goff.

Más allá de la defensa, Dallas requiere control del reloj mediante el juego terrestre. La ofensiva de los Cowboys ha tenido destellos de ser una de las mejores dentro de la liga, con dos wide receivers sensacionales y con un Dak Prescott jugando el mejor football de su carrera. En métricas de early-down efficiency, Dallas se encuentra por debajo de la media de la liga, y cuando se ve obligado a perseguir el marcador, es uno de los equipos que más reduce su EPA/play. De ahí la importancia de no permitir que Detroit marque diferencia temprana. Si los Cowboys pueden sostener drives prolongados, consumir minutos y establecer la carrera, pueden neutralizar la ofensiva de Detroit no desde la defensa, sino desde la ausencia de posesiones rivales. Es una estrategia clásica, pero en este duelo, probablemente la más sensata.

En este contexto, la clave no será únicamente quién anote más, sino quién controle el flujo del partido. Dallas puede llevar a su oponente a un ritmo de anotación alto y, además, a hacerlo de manera muy rápida y explosiva. Si, además, es capaz de dominar el reloj, va a complicarle mucho las cosas a unos Lions que no contarán con su mejor jugador ofensivo. La baja de Amon-Ra St. Brown deja coja a una ofensiva que ya empezaba a echar de menos a Sam LaPorta, por lo que Jameson Williams y Teesla deberán sumar mucho más para tapar esas carencias. Una derrota de Detroit podría complicar muchísimo sus opciones de playoffs, algo que podría considerarse como un absoluto fracaso. En el otro lado, los Cowboys ven como los Eagles están teniendo muchos problemas para ganar y los ven cada vez más cerca. Si ganan, se van a meter de lleno por la división y, por ende, por los playoffs. Esto es suficiente motivo para poner toda la carne en el asador.

Hay un instante, en el que el futbol americano deja de ser tan ruidoso y violento. No ocurre los domingos ni aparece en las transmisiones. Sucede cuando el cuerpo de los atletas ya no está en movimiento y la cabeza, por primera vez en la semana, tiene espacio para pensar más allá del siguiente rival. Durante décadas ese instante fue un territorio prohibido. El jugador no debía habitarlo en público. Pensar demasiado era debilidad. Crear algo que no fuera una jugada, una trampa mental. Se pensaba que el valor de los jugadores terminaba con el reloj del último cuarto llegando a su fin.

Steelers en Ravens (-5):

Hay partidos que definen una temporada aun cuando no la cierran. Steelers y Ravens llegan así al décimo cuarto domingo de la temporada, empatados en la cima de la AFC Norte y sabiendo que el margen de error se agotó. Se verán dos veces en las últimas cinco semanas, esta semana en Baltimore y en el cierre del calendario en Pittsburgh. El que pierda no queda eliminado, pero sí obligado a vivir el cierre en modo supervivencia.

Los Ravens llegan golpeados tras caer en casa ante Cincinnati, pero venían de ganar cinco partidos consecutivos por un margen promedio de 12.8 puntos. Los Steelers, en cambio, arrastran una crisis más profunda, con cinco derrotas en sus últimos siete juegos y una paliza ante Buffalo donde Aaron Rodgers salió con la nariz ensangrentada y el equipo fragmentado por el resultado.

El eje del plan de los Ravens se llama Derrick Henry. En 2025 acumula 931 yardas terrestres y 10 touchdowns por tierra. Ya es el segundo jugador en la historia de la liga con al menos 10 anotaciones terrestres en 8 temporadas consecutivas, sólo detrás de LaDainian Tomlinson.

Si Henry supera las 1,000 yardas, se unirá a un club minimalista junto a Tomlinson, Emmitt Smith y Adrian Peterson, todos miembros del Salón de la Fama. En enero pasado, en la ronda de comodines, Henry destrozó a Pittsburgh con 186 yardas y dos touchdowns en una victoria 28-14. Baltimore sabe exactamente por dónde lastimar.

Sumado a eso, los Ravens se han mantenido en el tercio superior de la liga en eficiencia, con una ofensiva octava y una defensiva duodécima en DVOA durante su mejor tramo del año. En casa y con el liderato divisional en juego, el guion está claro.

Sin embargo, si este partido fuera sólo números, la rivalidad no tendría el peso que tiene. Desde 2020, Pittsburgh ha ganado ocho de los últimos 10 enfrentamientos de temporada regular. Nueve de esos juegos se decidieron por siete puntos o menos.

El problema es que los Steelers llegan sin oxígeno ofensivo. El equipo no encuentra ritmo, el ataque aéreo es intermitente y el momento anímico es frágil. Rodgers viene de uno de sus peores tramos recientes, sin lanzar pases de touchdown múltiples desde la Semana 8 y ubicado al fondo de la liga en eficiencia combinada EPA y CPOE en la jornada anterior. La imagen de Rodgers jugando lesionado, criticando a sus receptores tras la derrota, es el retrato de una ofensiva desconectada.

Aun así, hay algo que nunca conviene subestimar, el instinto de supervivencia de los Steelers de Mike Tomlin. Cuando el discurso externo habla de derrumbe y fin de ciclo, Pittsburgh suele encontrar una forma incómoda y poco estética de competir.

No es sólo el liderato divisional. Es el control emocional de la rivalidad y la sensación de ventaja rumbo al segundo enfrentamiento. Baltimore necesita ganar para confirmar que su proyecto es el más sólido del Norte. Pittsburgh necesita ganar para demostrar que sigue siendo Pittsburgh. Steelers 27-30 Ravens
Picks en pocas palabras

Cowboys en Lions (-3): El sentido de urgencia también llegó a Detroit. Los Lions han perdido dos de sus más recientes tres encuentros y enfrentan a una defensiva que luce de cuadro de honor desde la llegada de Quinnen Williams. Cowboys 24-30 Lions

Bengals en Bills (-6): Los Bills derrotaron a Steelers más por la poca capacidad de juego de Pittsburgh que por sus acciones. La visita de Bengals al Highmark Stadium será una dura prueba para Josh Allen. Bengals 30-33 Bills

Colts en Jaguars (-1.5):La AFC Sur entró en una fase de playoffs continua. Los Colts dominaban la división, pero ahora caminan sobre el alambre. Colts 27-21 Jaguars

Seahawks (-7.5) en Falcons: Seattle cuenta con una defensiva que arranca balones. Contra Vikings forzaron cinco pérdidas de balón. Falcons no podrá con eso. Seahawks 30-21 Falcons

Saints en Buccaneers (-8.5): Los Buccaneers lucen como sólidos contendientes al título de la NFC Sur, el quinto consecutivo. Saints ya piensa en el futuro. Saints 14-30 Buccaneers

Titans en Browns (-3.5): Los Titans van con ritmo a obtener el primer pick del próximo draft y los Browns no se lo van a impedir. Titans 17-24 Browns

Dolphins en Jets (-2.5): Un partido donde no se juega nada, no merece mucho nuestra atención. Dolphins 14-16 Jets

Bears en Packers (-6.5): Un clásico de la NFC Norte se reanuda con Chicago como primer sembrado de la Conferencia. Los Bears han sido unos magos para conseguir resultados inesperados, esto se terminará. Bears 20-24 Packers

Rams (-7.5) en Cardinals: Los Rams tuvieron un tropezón en Carolina que era difícil de imaginar y mucho más difícil de digerir. Sin embargo, son los contendientes número uno al Super Bowl en la NFC. Rams 30-17 Cardinals

Broncos (-8.5) en Raiders: En Las Vegas esperan una paliza al equipo de casa y aunque no creo que el resultado sea tan abierto. Sin perderán. Broncos 24-21 Raiders

Texans en Chiefs (-4.5):Una victoria contra una defensiva como la de Houston, podría ayudar a superar la dura crisis que atraviesa Kansas City. Texans 17-20 Chiefs

Commanders (-1.5) en Vikings: Minnesto ha tocado fondo y es difícil que salga de ahí. Commanders 20-17 Vikings
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Eagles (-1.5) en Chargers: Los Eagles no encuentran la forma que los llevó a Nueva Orleans en el pasado Super Bowl, pero tienen el mismo talento y tarde o temprano va a emerger. Eagles 30-24 Chargers

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