Por Chester Hernández.
Puebla, Pue. – La mañana de este viernes, una violenta riña entre comerciantes ambulantes presuntamente afiliados a la organización 28 de Octubre y supuestos integrantes de Antorcha Campesina dejó varios lesionados a las afueras del Hospital de Traumatología y Ortopedia Rafael Moreno Valle. El enfrentamiento, que incluyó palos, sillas y piedras de grueso calibre (como dijera un político poblano), expuso nuevamente la peligrosa disputa por el control del espacio público en una de las zonas más sensibles de la capital: la entrada a un hospital.
La trifulca estalló cuando ambos grupos intentaron ocupar simultáneamente las aceras del nosocomio para instalar sus puestos de venta. Lo que empezó como una discusión verbal escaló rápidamente hasta convertirse en una batalla campal en plena vía pública. Testigos describieron escenas propias de un espectáculo de lucha libre: gritos, amenazas, objetos volando por los aires y personas huyendo para protegerse del ataque indiscriminado.
Las piedras utilizadas en el enfrentamiento, de considerable tamaño, ponían en riesgo no solo a los involucrados, sino también a pacientes, médicos y transeúntes. La violencia fue tal que varios miembros de Antorcha Campesina resultaron heridos, algunos con contusiones serias. Hasta el momento, no se ha confirmado si hubo detenidos.
La presencia de elementos de seguridad fue prácticamente inexistente. Solo después de que el caos había terminado, arribaron algunas patrullas, sin realizar mayores acciones. La omisión de las autoridades ante esta situación es alarmante.
Este tipo de hechos no solo refleja la falta de control gubernamental sobre el comercio informal, sino también la permisividad hacia organizaciones que, bajo el pretexto de defender a los más necesitados, recurren a la violencia para asegurar su dominio territorial.
La ciudadanía merece espacios seguros, especialmente en entornos hospitalarios. No se puede permitir que la ley del garrote sustituya al estado de derecho mientras el gobierno observa, impasible.
