China se cierra a inversiones extranjeras en su territorio

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Los proyectos de inversión son cada vez más escasos en la economía del gigante asiático, luego de que el dictador Xi Jinping haya puesto en jaque el proceso reformista que atraviesa el país desde la década de 1980.

El fin de las famosas “tasas chinas” también coincide con el fin de la relativa hegemonía de este país sobre la afluencia de capitales como parte de la inversión extranjera directa internacional. Bajo la administración del dictador Xi Jinping, la economía de China se vuelve cada vez menos atractiva para la inversión empresarial privada.

Los niveles de la inversión extranjera “Greenfield” se redujeron constantemente desde mediados del año 2019, prácticamente sin excepción en los principales rubros que componen este tipo de operaciones.

Los proyectos Greenfield son un tipo de inversión extranjera directa (IED) en donde un inversor no residente construye desde cero instalaciones para llevar a cabo un proyecto propio o subsidiario con socios, en un país extranjero. Es un componente fundamental para la llegada de capitales y divisas en un país que capta el apetito inversor mundial, y que sabe adaptarse a la división internacional del trabajo.

La cantidad bruta de nuevos proyectos en IED Greenfield en China se desplomó hasta un 50% entre 2019 y 2022, incluso a pesar de la reactivación de la actividad económica a partir de 2021. Pero desagregando los principales sectores que componen el saldo inversor, la realidad es aún más dramática para la economía china.

La inversión vinculada al turismo cayó violentamente hasta un 78% entre 2019 y 2022, la inversión en la industria alimenticia disminuyó un 66%, en servicios financieros la caída fue del 62,5%, representó el 56,7% en maquinaria industrial y bienes de capital, 56,7% en productos electrónicos, 55,6% en industria química, 48,5% en productos software y 14,6% en la industria automotriz, entre muchos otros sectores.

Y la pérdida de interés inversor no se limita a la entrada directa de capital, también cayó de manera extraordinaria la cantidad de fusiones y adquisiciones transfronterizas por parte de empresas chinas en el exterior y empresas extranjeras en suelo chino. El régimen endureció las regulaciones sobre la cuenta capital y financiera, y dificultó la aprobación de acuerdos extranjeros para compatibilizar las reglas de juego entre países.

Incluso para un sistema centralizado y de partido único, la llegada de Xi Jinping al poder limitó todavía más la ya muy escasa transparencia y alternancia política que se había conseguido tras las reformas de Deng Xiaoping desde 1978.

El declive de China como captador de capitales internacionales está provocando un flujo de inversión hacia otras economías más competitivas, y con mejores perspectivas de crecimiento a futuro. Solamente en 2022, la cantidad de proyectos Greenfield aumentó un 158,2% en Filipinas, 113% en Malasia, 79,5% en Vietnam, 75,8% en Taiwan (República de China), 69,7% en la India y hasta un 68,5% en Indonesia.

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